Controversia: El órdago fallido de Bárcenas

Luis Bárcenas comenzó a errar cuando tomó una decisión estúpida para sus intereses: dejar a un letrado prestigioso, volcado en su defensa profesional, y poner en manos de un director de periódico –siguiendo la estela de otros ya delincuentes condenados– la mercantilización de su caso como procedimiento para librarse de, o disminuir, las presuntas responsabilidades en las que parece haber incurrido.
luis_barcenas_efeCambiar a Miguel Bajo por Javier Gómez de Liaño, tributario agradecido y garganta profunda del director de marras, le ha conducido a optar por un procedimiento mediático-político en vez del estrictamente judicial, sin disponer de las cartas suficientes para que el órdago a la grande –cargarse políticamente a Rajoy– pudiese prosperar. Porque Luis Bárcenas sólo podía oficiar de contemporáneo Sansón si disponía de fuerza (documentos indubitados) para quebrar las columnas del templo popular y morir él y todos los filisteos de Génova y la Moncloa.
Ayer le faltaron, entre tanto apunte y documento, los más esenciales de todos: los recibís que acreditasen cobros irregulares. La verosimilitud de las acusaciones de Bárcenas sólo causarían estado en un contexto inquisitorial, pero no en otro regido por el principio acusatorio. De tal manera que, en cierto modo, las cosas están como estaban.
Los papeles del extesorero ya eran creíbles –no acreditables– desde que se publicaron en fotocopia. Los supuestos cobros de sobresueldos en el PP, desde que se especuló con ellos en todos los medios de comunicación. Pero cuando la imputación se lanza contra la dirigencia del partido que ostenta el Gobierno del Estado con mayoría absoluta y se carece de bazas probatorias definitivas, el paso dado por Bárcenas no es más perspicaz que el de Roldán o Amedo. Hiere pero no mata. Y, desde luego, no se lleva por delante a Rajoy como no se llevaron otros casos a González. La plataforma mediática desde la que –más que Bárcenas su director– va a continuar disparando (recuerden cómo disparó en Catalunya en plena campaña electoral del 25-N) no le va a librar de estar a la sombra en Soto del Real. Y le queda ahora la explicación personal: cómo acumuló su fortuna.
El Gobierno y el PP no salen indemnes. Porque una cosa es la certeza judicial y otra el juicio de la calle. Y este no le es en absoluto favorable. Los populares han dado un recital de incompetencia en todos los sentidos, en el político, en el parlamentario y en el comunicacional.
Pero Rajoy ha nacido de pie: la oposición socialista –miedosa, precipitada y sobreactuada– no es mucho mejor. En esa mediocridad, la opinión pública parece dispuesta a continuar con las medianías que nos gobiernan antes que con las que aspiran a hacerlo.
Alguien con mucha autoridad política y moral me dijo ayer: “No nos engañemos, lo que ha pasado es un desastre para todos”. Desde luego, pero para unos más que para otros. Las elecciones del 2015 quedan muy lejos.
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