España y la eterna esperanza en el futuro

Ayer, asistía a un evento en Boston, organizado por los Consulados de Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Suiza, para promover la inversión americana en los países respectivos y resaltar las bondades que ofrece cada país a la inversión extranjera.

Resultó interesante conocer como los cónsules acudieron a todo tipo de argucias, relatos históricos y gracias, para llamar la atención de las empresas americanas presentes, cuando incluso el cónsul de Italia, a pesar de decir que solo Grecia se encontraba detrás en deuda externa en toda la zona euro, se esforzaba por defender lo indefendible, acudiendo al glamuroso estilo de vida italiano o cómo el cónsul francés, que desconociendo el tipo del impuesto de sociedades, se refería al atractivo para los trabajadores de su sistema laboral de 35 horas semanales.

La tristeza era ver que junto a los principales países de la zona euro, una vez más se encontraba Suiza y no España. Una vez más. los demás hacen sus deberes mejor o peor, pero a la hora de vender, España es siempre la gran ausente.

 graficos eurozonaY esto es especialmente importante en un momento en el que la prensa internacional y las autoridades económicas, se hacen eco en las últimas semanas de la posible, aunque lenta recuperación de la economía española, aun advirtiendo mas o unos medios que otros, del peligro y lo prematuro que resultaría exagerar esa confianza.

Pues bien, aunque España lidera ahora las exportaciones en la zona euro por primera vez en la historia y de la importante reducción del coste laboral, que mejora la competitividad de manera significativa, tanto respecto de Alemania, como de Italia y Francia, nadie había allí para decirlo.

Pero nadie había tampoco para llamar la atención sobre nuestras increíbles infraestructuras, sin parangón en el mundo entero, que son precisamente las que han llevado a la ruina al país, junto a las decisiones políticas y la corrupción de una clase política sin escrúpulos. Ni para hablar de la falta que podría hacer en América el saber hacer de constructoras e ingenierías españolas para renovar precisamente las suyas, a precios mas competitivos que los de nuestros socios de la UE. Tampoco había ningún producto español de alimentación, como no lo hay aquí en ningún sitio, mientras los italianos se apoderan de nuestro aceite y los franceses en algunas ocasiones de nuestro vino y uva…..

Tampoco nadie podía hacerse eco de las palabras triunfantes de Luis de Guindos, argumentando sobre la naturaleza de la recuperación que mientras, en pasadas crisis, España había tenido que recurrir a la devaluación para promover las exportaciones y atraer a mas turistas, ahora se había conseguido gracias “ a un aumento de la competitividad interna, mucho mas permanente y sostenible, que una simple devaluación de la moneda”.

O quizás, la ausencia o falta de nombramiento del cónsul español fuese intencionada para no tener que reconocer los grandes problemas de la economía española, que pesan acuciantemente como un interrogante en el futuro del país: el porcentaje de desempleados y la deuda externa.

El gobierno ha reconocido que la deuda puede alcanzar el 100 del PIB a finales del año próximo. Y algunos estudios económicos revelan que puede ser superior al 110% para finales de 2018, a lo que debe añadirse el endeudamiento de los hogares españoles acumulado durante los años de bonanza, que supera el 200% del PIB.

A la luz de estos datos, el profesor español de la “Duke University”, Juan Rubio-Ramírez, declaraba a un medio económico internacional que para hacer sostenible un país con tal nivel de deuda acumulado, público y privado, se necesita un alto crecimiento económico o altos niveles de inflación y España no se encuentra previsiblemente, ni a corto ni a largo plazo, en ninguno de los dos escenarios.

España continua teniendo un déficit primario, que significa que el gobierno continuaría en situación de déficit incluso excluyendo los intereses de la deuda actual. Lo cual deja a España en una situación extremadamente vulnerable frente a shocks eternos o sacudidas de los mercados.

 Frente a esta panorama, solo quedarían soluciones que han sido y siguen siendo tradicionales asignaturas pendientes de todos los gobiernos españoles de la democracia: incrementar la demanda externa, es decir exportar mucho mas y promover un crecimiento mayor del PIB, promover la inversión directa extranjera; diseñar esquemas que promuevan la I+d+i con capital extranjero y talento español, motivar el talento español vendiendo sentimiento nacional para que cree dentro del país, mejorar de forma estable y urgente la educación, promoviendo de forma radical la formación profesional, reducir significativamente el gasto de las administraciones públicas…. Es decir todas ellas quimeras, imposibles de alcanzar con la actual configuración política del país.

De esta forma si ayer hubiéramos tenido un cónsul que nos representara, que al menos intentara contribuir a esos dos primeros puntos indicados que España necesita acuciantemente: promover la inversión extranjera y conseguir un mayor crecimiento económico, podría al menos haber concluido como sus homólogos europeos, en la pugna por vender estabilidad y superación de la crisis.

Así, tal como el cónsul francés argumentó la capacidad francesa porque Francia ya había superado varios Waterloos, el alemán, que había salido de la bancarrota del nazismo, el británico que aportó la revolución industrial, el italiano que había revolucionado varios sectores industriales y creado las mayores tendencias de consumo, convirtiéndose en el segundo país productor industrial de la UE, a pesar de la tradicional ausencia del Estado en la marcha de la economía.

El español quizás hubiera tenido que recurrir hoy a la conquista de América y a la época de los Reyes católicos – y nunca mejor dicho-, en su día para promover el crecimiento y la unificación de España trayendo oro, y hoy análogamente remitiendo divisas como lo hacen las sucursales españolas desde Chile por ejemplo, para pagar las deudas de la matriz española, así como para mantener la unidad nacional y las reivindicaciones separatistas….

Frente a este panorama, parece que solo queda esperar, como tradicionalmente sucede en la sociedad española, la eterna confianza en el futuro y en el pueblo español, y en este caso el cónsul hubiera podido citar también, como motor de un cambio milagroso que no puede sino producirse con la ayuda de todos: el espíritu del 2 de mayo.

 M.Izquierdo. Octubre 2013 para milprofesionales.org