El aula mundial

Cuando yo era profesor en la Universidad de Stanford en el decenio de 1970, estaba siempre buscando formas en que la tecnología podía ayudar a mejorar el aprendizaje. La gran innovación de aquella época fue la de que se transmitieran mis clases, en la zona de la bahía de San Francisco. Incluso enviábamos cintas de vídeo a lugares más lejanos.

En la actualidad, los profesores graban y cuelgan sus clases en la red Internet, gracias a la cual estudiantes de todo el mundo pueden verlas y escucharlas todas las veces que quieran. La educación –uno de los últimos grandes sectores económicos que se han transformado por la era digital– está a punto de experimentar una revolución. ¿Y por qué no habría de digitalizársela? La Red es el combustible del siglo XXI e impulsará a los estudiantes de todas las edades, de todos los rincones del planeta, hacia un futuro logrado.

Por ejemplo, los cursos abiertos, masivos y  en línea, (CAMEL) ofrecen clases de enseñanza superior de calidad y gratuitas o baratas a centenares de miles de personas en la red Internet, lo que facilita el aprendizaje de lo que quiera que se desee y dondequiera que se esté. Veo oportunidades similares para las enseñanzas primaria y secundaria en el futuro.

Los CAMEL permiten a un número ilimitado de estudiantes seguir cursos sobre casi cualquier tema, desde la informática hasta la música, impartidos por algunos de los especialistas más destacados del mundo. Algunos de ellos despiertan un interés enorme, como los de la Universidad de Alicante (España) y los del Instituto Humboldt de Alemania, que ofrecen cursos sobre los aspectos prácticos de la creación de una empresa. La Universidad de Alicante ya va por su segunda versión y ya ha acogido a más de 30.000 alumnos.

Otros CAMEL (MOOC en inglés), como uno sobre mediciones con teléfonos portátiles que impartirá próximamente el Instituto Mines-Télécom, están más concebidos para auditorios especializados y muy minoritarios. Los CAMEL pueden ser también creativos o únicos. Quienquiera que haya querido hacerse una idea de cómo y por qué exactamente reciben sus abultados emolumentos puede matricularse en el CAMEL sobre valoración de futbolistas ofrecido por la Universidad de Valencia. En este programa, se puede obtener todo lo que se haya deseado jamás saber sobre cómo tasar el valor de un futbolista. ¡La contemplación de un partido de fútbol podría cambiar para siempre!

Dondequiera que el desempleo siga siendo elevado, los CAMEL ofrecen una nueva forma de aumentar rápidamente las aptitudes y la empleabilidad. Un sector fundamental debe ser el del apoyo a los profesores, en particular en las clases de informática, sobre todo en los planes de estudios de enseñanza media y secundaria.

Por fortuna, muchos gobiernos están adoptando medidas para fomentar la revolución educativa en línea. El Gobierno de Malasia ha anunciado un plan para facilitar computadoras portátiles y poco pesadas a las escuelas primarias y secundarias de todo el país y ha adoptado el correo electrónico, el calendario y la tramitación de documentos por la Red, todo ello gratuito, para diez millones de estudiantes, profesores y padres. La prestación de servicios en la Red a los estudiantes y los educadores permite el acceso a la información y posibilita a todo el mundo –independientemente de sus recursos financieros, su localización o su influencia– instruirse.

Pero es necesario hacer mucho más. Los gobiernos deben ampliar las infraestructuras nacionales para que los estudiantes tanto de zonas urbanas densamente pobladas como los de zonas rurales remotas puedan conectarse a la Red. Con frecuencia las asociaciones público-privadas son una forma idónea de hacerlo. Por ejemplo, este año 10.000 escuelas públicas malayas tendrán acceso con cuatro gigas gracias a la colaboración con una compañía telefónica local.

Una vez que los estudiantes están conectados, no hay límites para lo que pueden hacer con la inmensa cantidad de información de que disponen o cómo colaborarán unos con otros y aprenderán unos de otros. Imaginemos a estudiantes de Malasia que trabajen junto con estudiantes de todo el mundo en un proyecto meteorológico. Podrían hacer experimentos virtuales, trabajar simultáneamente para actualizar los datos en una hoja de cálculo o un documento y crear una exposición final compartida.

Allí donde no existan las suficientes computadoras de mesa o portátiles, los estudiantes podrían utilizar teléfonos inteligentes o tablillas electrónicas para intensificar su aprendizaje. Por ejemplo, podrían recurrir a complejas aplicaciones biológicas que les permitan trabajar con una versión tridimensional de una célula o hacer encuestas, mediante aplicaciones destinadas a ello que podrían utilizar para hacer un experimento psicológico.

Los grupos de estudio pueden ser mucho más accesibles y flexibles con la Red. A un niño podría resultarle difícil ir a casa de un condiscípulo para estudiar, después de salir de la escuela, por el mal estado de las carreteras o porque viva en un barrio inseguro o sus padres trabajen y no puedan llevarlo en automóvil (o carezcan de él). Ahora, con la suficiente anchura de banda, los estudiantes pueden reunirse virtualmente mediante Google+Hangouts u otras plataformas de los medios sociales de comunicación y estudiar juntos… con los expertos más destacados del planeta. Gracias a la red Internet, las distancias ya no cuentan: el mundo puede ser en verdad un aula.

Vint Cerf es VicePresidente para Internet en Google. 2013