«Cataluña Norte»: La política internacional no es para burros

Mas quería imponerse en Bruselas, en París, en Berlín y en todo el mundo. Pero la Generalidad puede dejar de hacerse ilusiones respecto a tener peso, incluso en el sur de Francia. Muchos desastres han generado un rechazo definitivo. Mas puede decir «Rossellón y Hollande, adiós». No puede seguir soñando, ni en Perpiñán.

El imaginario irredentista de CDC y ERC respecto a un territorio cultural e históricamente de origen catalán (ahora y aquí conocido por Cataluña Norte) pero de soberanía francesa puede convertirse en aún más imaginario con una nueva ley de regionalización francesa, anunciada por el presidente François Hollande en su magna rueda de prensa del pasado día 14.

Artur Mas quisiera comerse el mundo mundial, pero el primer mordisco -el geográficamente más cercano- le ha roto todos los dientes. También es fácil demostrar que CDC y Mas han hecho más daño que bien a la cultura ya la lengua catalanas en el Rosellón.

Hollande y el Senado francés

El anuncio del pasado día 14 del presidente Hollande fue precedido por una «misión de información» llevada a cabo por el Senado francés, con participación de la derecha y de la izquierda. Hubo un buen consenso. La razón última de todo ello es la reducción de gastos innecesarios, justamente atribuidos a las actuales regiones. Hay un poder de los clanes que estremece. El actual presidente socialista de la región de Languedoc-Rosellón, Christian Bourquin es un caso claro.

Hace más de un año Hollande había anunciado cuatro pilastras de la reforma regional: confianza, claridad, coherencia y democracia. En la enloquecida Cataluña actual estos criterios elementales no los sabría encontrar ni Diógenes con su lámpara.

Cataluña Norte, diluida

El hecho es simple: lo que en la política catalana recibe en nombre de Cataluña Norte, y en Francia la denominación oficial de Departamento de los Pirineos Orientales, puede quedar aún más diluido en el seno del Estado francés, así como más vinculado a la gran urbe de Tolosa (Toulouse), no mirando hacia Barcelona.

Aquel departamento, o si se quiere la Cataluña Norte, de soberanía francesa desde el Tratado de los Pirineos (1659) y con 457.000 habitantes, está integrado en la región oficial francesa del Languedoc-Rosellón, con capital en Montpellier.

Perpiñán quiere ampliarse hacia el norte

Tanto el Gobierno como el Senado galos son partidarios de crear regiones territorialmente más grandes. La intención es pasar de las actuales 22 regiones metropolitanas (hay dos más en antiguas colonias) a «una quincena», por un proceso de fusión de algunas de las existentes. Será paralelo a un proyecto de afirmación de las grandes metrópolis, en el marco de una ley de modernización de la acción pública territorial.

También se ha presentado un proyecto de ley constitucional de amparo de las lenguas minoritarias en Francia. Pasa por la ratificación de la Carta Europea de Lenguas Regionales y Minoritarias del Consejo de Europa, perfectamente vigente desde hace años en España, aunque escandalosamente CDC no le ha dado ninguna atención, como honestamente admitió un diputado suyo. El amparo de esta Carta es menor que la establecida por la Constitución España y los Estatutos de Autonomía, en sus respectivos ámbitos.

También se ha presentado un proyecto de ley constitucional de amparo de las lenguas minorizadas en Francia. Pasa por la ratificación de la Carta Europea de Lenguas Regionales y Minoritarias del Consejo de Europa, perfectamente vigente desde hace años en España, a pesar de que escandalosamente CDC no pretendido ninguna atención, como honestamente admitió un suyo diputado. El amparo de esta Carta es menor que la establecida por la Constitución españa y los estatutos de eutonomía, en sus respectivos ámbitos.

Toulouse, por delante de Barcelona

Respecto a la actual región oficial de Languedoc-Rosellón, varios medios han indicado que se integraría (o quizás habría que decirlo al revés) en la actual región de «Midi-Pyrenées» con capital en Toulouse. El diario de Perpiñán, capital del Rosellón, L’Indépendant lo ha sometido a votación entre sus lectores en internet.

Una mayoría de lectores ha aprobado la fusión. Está claro que las ingentes cantidades de dinero gastado por la Generalidad en Perpiñán, para tener algún peso, no sólo no han servido para nada bueno, sino para dar miedo y hacer el ridículo. He escrito mucho sobre eso, más que nadie, creo. O sea que la voluntad de Mas de influir en el mundo (dios nos coja confesados) no ha llegado ni al Rosellón.

Poca fuerza del catalán

Al producirse esta fusión, resultaría evidente que la modesta influencia que puede tener Barcelona sobre aquel conjunto (por ejemplo a la hora de enviar a los hijos a la universidad) caería en picado, a favor de Toulouse, una metrópolis muy potente. Entre muchas otras cosas, hay una planta de montaje de los aviones europeos Airbus y dispone de un gran aeropuerto internacional.

Todo esto fue un tema vivo en los años noventa, cuando Maragall era alcalde de Barcelona y Pujol presidente de la Generalidad.

El primero preconizaba una entente transfronteriza de ciudades, teniendo cómo principal contraparte al alcalde socialista y ex maoísta de Tolosa, Georges Frèche. Pujol iba de la mano del presidente de la región Languedoc-Rossellón (1986-2004) Jacques Blanc, que llegó a contar con los votos del fascistizante Frente Nacional galo. Pujol y Blanc optaban por una eurorregión transestatal.

Pocos catalanoparlantes

Según fuentes catalanistas de Perpiñán, en la Cataluña Norte ahora sabe escribir en catalán sólo un diez por ciento de aquel departamento. Lo habla o lo conoce en grados diversos entre un 20 y un 30 por ciento de los habitantes, más en las zonas rurales que en las urbanas. Según datos de la Generalidad de 2004, un 92 por ciento de la población habla normalmente francés y el catalán un 3,5 por ciento. Sólo un 6,3 por ciento de los estudiantes hablan el catalán entre ellos y solo un 0,5 lo hace cuando va al médico.

El avance o retroceso del catalán no parece fruto de ninguna obsesión ideológica o política, sino de si los roselloneses ven, o no, que, por razones de desarrollo económico, han de mirar hacia el sur (Barcelona) o hacia el norte (Tolosa o París). No conozco a ninguna fuente que no coincida con este criterio, elemental, lógico y evidente.

Un viejo imaginario

A pesar de la poca fuerza territorial y demográfica, así como el peso que tiene allí el Estado francés y su condición de zona pobre (esencialmente agrícola), la Cataluña Norte ha ocupado reiteradamente un lugar notable en el imaginario catalanista del sur de los Pirineos.

Hay que añadir que el catalanismo siempre ha sido incomprensiblemente muy profrancès. Cuesta creer que referentes nacionalistas catalanes, como el infumable Antoni Rovira i Virgili (1882-1949) encontrara virtudes de tolerancia y aceptación de la diversidad en la Revolución Francesa. Había que ser muy bobo.

Diferencias de sociedad

En los años sesenta hubo en Perpiñán la instalación de una fábrica de calcetines, marca Molfort’s, creo que originaria de Mataró. La reprimida prensa de la época efectuó un canto de sirena. En particular, el ex carlista El Correo Catalán, entonces en manos de industriales algodoneros que contribuían a que Josep Tarradellas pudiera llegar a final de mes, en Saint-Martin-le-Beau.

Este, como Josep Pla, en cambio, siempre creyó que Cataluña no debía buscarle las cosquillas a Francia, sino entenderse con ella. Una críptica carta de Pla, que hoy figura en el archivo Tarradellas, en el monasterio de Poblet, es particularmente explícita.

Rosellón como zona de experimentación

Entonces, con respecto al imaginario centrado en la Cataluña Norte, pasó de todo. Muchos artículos destacaron que el Rosellón podía ser una zona de experimentación europea con la inversión de capital industrial catalán allí.

Ciertamente, siempre era mejor que enviarlo ilegalmente a Suiza, vía Andorra. Pero el globo explotó pronto: la inversión en futuros calcetines quebró del todo. Entonces y todavía ahora la realidad jurídica y las prácticas comerciales francesas son muy diferentes, a pesar de que la Cataluña Norte también se pueda presentar a un concurso en cuanto a corrupción.

Personalmente, conozco muy bien esa zona y quizás soy el periodista que ha escrito más. Pero no osaría hablar de ello ni con amigos. En general, aquí dominan el desconocimiento y los clichés baratos.

Aparece la oportunidad de nombre Alduy

En 1993 fue elegido alcalde de Perpiñán Joan Pau Alduy, hijo de un anterior alcalde que también había sido senador, como más tarde también lo fue su madre y después él mismo. Ingeniero politécnico, ocupó altos cargos en la política parisina, y también en África. Es miembro del Partido Radical, el más viejo de Francia, de centro o si se prefiere, a la derecha de la izquierda y a la izquierda de la derecha. Es un espacio muy importante en Europa, normalmente ocupado por partidos liberales, pero hoy inexistente aquí.

Alduy habría podido hacer de puente, en un ambiente de moderación y obviamente en un marco de respeto por los estados existentes. Alduy, a quien conozco muy bien, ayudó a la cultura catalana, creó una rotulación de las calles bilingüe y dio el nombre de presidente Companys a una calle, entre otras muchas cosas. Desde la Generalidad debería ser visto como Margaret Thatcher calificó a Gorbachov: «Una persona con la que se puede trabajar conjuntamente».

Una desastrosa política de la Generalidad

Pero no fue así. En efecto, la política de la Generalidad en el Rosellón ha sido un desastre o de manicomio. Pujol designó a una incompetente grotesca, sin ninguna formación ni cultura, Maryse Olivé, como cabeza de la cara e inútil Casa de la Generalidad en Perpiñán. Por lo tanto, fue la delegada de la Generalidad. Lo hizo tan mal y faltó tanto a la verdad, que, ay, Mas la nombró delegada de la Generalidad en París. A la Generalidad esto funciona así, de lo contrario Homs no sería consejero.

Escribí mucho sobre ella, sin encontrarle nada bueno, en el Diari de Girona. El personaje causa vergüenza ajena. No hay por donde encontrar una pizca de capacidad.

De mal a mucho peor

Del desastre Olivé se pasó al superdesastre Jordi Vera, después de la etapa del tripartito en que ERC movió un poco la cosa, pero cabe decir que fue más prudente que CDC.

El tema de la Cataluña Norte pasó a ser, por decisión de Mas, confiado a la ejecución fiel, personal y directa del hoy consejero de Justicia, Germà Gordó. Entonces era gerente de CDC y después secretario del Gobierno autonómico, así como un «hombre a la sombra», como dicen en Francia. O sea la persona de los temas delicados, como fue el después suicidado François de Grossouvre con el siniestro Mitterrand.

Mas y Gordó eligieron a Jordi Vera, de 60 años, antiguo dirigente de organizaciones terroristas marxista-leninistas. Había pasado por todos los peores grupúsculos o «partidos taxi», como dicen en Francia, porque sus miembros caben en un solo taxi.

Organizaciones terroristas

No puedo dar la lista completa, por razones de espacio. Está el Frente de Liberación de Cataluña (FAC) que como dice una banal y aséptica información en internet «daba prioridad a la acción sobre la ideología y la estrategia. La táctica del FAC consistía en la creación de grupos armados que tenían que provocar una insurrección armada del pueblo catalán «. Más claro, agua. El FAC realizó más de cien atentados. Vera también militó en Terra Lliure.

Se da el caso que Vera es literalmente odiado por muchos viejos dirigentes de ERC y por los antiguos terroristas pasados a este partido. La banal y fría biografía de Vera en la Wikipedia puede aportar alguna luz. Afirma que «Vera se acogió a las medidas de reinserción planteadas en el artículo 57 bis (medidas de gratificación (sic) judicial a cambio de delaciones (sic) e información)».

Los medios callando y TV3 elogiando

En todo caso, Vera conserva tics autoritarios de aquel mundo. A pesar de todo ello (que no es todo, ni de lejos), Mas hizo a Vera presidente de la sucursal homónima de CDC en la Cataluña Norte. Por supuesto, Alduy no quiso tener ningún trato, mientras que el microcosmos catalanista de Perpiñán se estremeció y continúa estándolo. Ha habido mil batacazos, muchos increíbles. Durante meses los estuve exponiendo en el Diari de Girona. Los otros medios han callado, mientras TV3 sólo ha elogiado a Vera. Hace falta narices y una gran falta de vergüenza.

La realidad que conforman Vera, Germà Gordó y, por encima de todo, Artur Mas, ha de haber facilitado que Hollande viera sólo ventajas respecto a optar por un acercamiento entre el Rosellón y Toulouse. Pero no respecto a Barcelona. Haría falta que Hollande fuera masoquista para obrar de otro modo. ¿O no?

Este Mas es terrible, como dirían en Palafrugell. Se cree que él es Moisés y que todos los demás son tontos. Ya se irá enterando de que la política internacional no es para burros.

Alfons Quintà. 2014