Estados Unidos, pese a la hegemonía del inglés, carece de lengua oficial. Tampoco la tiene el Congreso.
Por eso cuando el martes el senador Tim Kaine, demócrata de Virginia, se disponía a leer su discurso, sólo tuvo que pedir al pleno la “aprobación unánime”. Si nadie objetaba podía proceder. Y nadie objetó. Entonces Kaine hizo historia. Se convirtió en el primer senador que se recuerde en pronunciar un discurso entero en español. Catorce minutos -en el castellano aceptable que el senador aprendió cuando era maestro en una escuela católica en Honduras- sobre la reforma migratoria que ha empezado a debatirse en el Senado.
“Creo que es apropiado que tome unos pocos minutos para explicar la legislación en español, un lenguaje que ha sido hablado en este país desde que misioneros españoles fundaron San Agustín, Florida, en mil quinientos sesenta y cinco. El español también es hablado por casi cuarenta millones de americanos con mucho invertido en el resultado de este debate”. Así arrancó el discurso que el senador y exgobernador de Virginia leyó en la lengua de muchos de sus votantes. Los hispanos o latinos, el grupo demográfico más pujante en EE.UU., contribuyeron de forma decisiva a la reelección del demócrata Barack Obama como presidente el pasado noviembre.
En 1980, unos once millones de residentes en EE.UU. hablaban castellano. Ahora son más de 35 millones, el 76% de todos los latinos del país (el 24% restante se identifican como latinos aunque no hablen español: a veces en EE.UU. la identidad trasciende la lengua).
Los políticos toman nota. Saben que cada vez será más difícil ganar elecciones sin estos votantes. Los candidatos llevan años grabando anuncios en castellano. Se han celebrado ruedas de prensa en esta lengua en la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Capitolio.
Otros senadores, en el pasado, han hablado en español. Los republicanos Mel Martínez y James Inhofe lo usaron, pero sólo para declaraciones breves, algunos párrafos dentro de discursos más extensos, explica la historiadora Betty Koed, de la Oficina Histórica del Senado, que ha estudiado el uso del español en los últimos diez años.
Sí ha habido discursos en español en la Cámara de Representantes. Matt Wasniewski, su historiador oficial, recuerda, entre otros, uno de Brian Baird, demócrata de Washington, en el 2004 para expresar sus condolencias a España tras el 11-M. Y cita un precursor, José Manuel Gallegos, delegado de Nuevo México en la segunda mitad del siglo XIX. Gallegos no hablaba inglés con fluidez, por lo que escribía sus discursos en español. Después se traducían y un funcionario de la Cámara los leía.
La Vanguardia 13-6-2013
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A mi tambie9n me gustan las pabrlaas ajenas y sabias. Escribir es un verbo en gerundio permanente, donde el sufrimiento y la angustia siempre son protagonistas. Buena cita de Vila!!
>jamsg: prefiero remtiirme a los expertos. Plantearse escribir es adentrarse en un espacio peligroso, porque se entra en un oscuro tfanel sin final, porque jame1s se llega a la satisfaccif3n plena, nunca se llega a escribir la obra perfecta o genial, y eso produce la me1s grande de las desazones. Antes se aprende a morir que a escribir. Y es que (como dice Justo Navarro) ser escritor, cuando ya se sabe escribir, es convertirse en un extraf1o, en un extranjero: tienes que empezar a traducirte a ti mismo. ( ) Ased pues, yo en esos dedas no sabeda que para ser escritor habeda que escribir, y ademe1s habeda que escribir como mednimo muy bien. Enrique Vila-Matas
El mundo no se entiende sin la intervención española. Su historia ha cambiado la faz del planeta. Envidiosos, rencorosos… sobran para construir la España del futuro.
Es urgente recuperar la idea de España como Patria Común y eliminar los reinos de taifas y a sus virreyes
El independentismo catalán no es huir de España, sino evitar los tribunales españoles. Y seguir robando.
Artur Mas sabe que ha fracasado y que su proceso no va a ninguna parte. Su estrategia para conservar el poder es ir creando situaciones como la de la declaración de soberanía del Parlament para que los catalanes quedemos como los demócratas de toda la vida a quienes los brutos de los españoles no nos dejan votar porque son unos fascistas. Y con la esperanza de ir creando con este tipo de escenificaciones un cada vez mayor número de independentistas, Mas busca agotar la legislatura y al final celebrar su consulta aunque sea ilegal y una pachanga donde puedan votar menores, inmigrantes no censados, etcétera, y poder presumir así de promesa cumplida. Sus cálculos son que la participación se situaría sobre el 40% de no se sabe exactamente qué censo y que el 90% de los sufragios sería positivo.
Y, mientras, a los niños catalanes, vascos, gallegos o baleares se les hurta el idioma que los hara planetarios. ¿Hasta cuando?