Por un Gran Pacto para España

Aunque hay muchos intereses en ocultar la verdad, lo cierto es que Ciudadanos ganó en votos (más de 350.000), a Podemos que no consiguió ser más que el cuarto. Aunque muchos quieren engañarse, sumándole las coaliciones en las que está presente (y ni siquiera encabeza su marca, la más numerosa) lo cierto es que ni logró concurrir como partido en toda España. A pesar de todos sus intentos por presentarse como “alternativa”, de explicar pedantescamente que “había iniciado una ronda de contactos” como si fuera el futuro presidente del gobierno, Pablemos está muy distante de poder alardear de unas cifras que le dejan en posición muy lejana.
Frente al humo que nos echan a los ojos, tantos canales de oscuros intereses, los números no mienten y el PP y el PSOE les sacan cientos de miles (incluso millones) de votos a los demás:(Ver cuadro)

Foto de Clara Monzón.

Haciendo trampas, Podemos pretende sumar automáticamente esos votos y , sin embargo tener tres grupos parlamentarios distintos, para recoger más dinero y más presencia en las nuevas Cortes. Pero una cosa o la otra. No pueden ser ambas a la vez. Dudo, muchísimo que Beirás o Colau, se pongan a las ordenes del pedante y que acepten su liderazgo, en muchas de las cuestiones que se deben debatir en España. Por eso, imponer la legalidad del reglamento del Congreso que les obliga a ser un solo grupo, sacará a la luz, muy rápido, las contradicciones internas de unas coaliciones unidas, solo, por el deseo de desalojar al PP de La Moncloa. Algunos, como PRISA, incluso quieren eliminar IU, para sumar a esa bolsa, de la que esperan recibir algunas gratificaciones que ya nos contarán.

Nuevas elecciones

Pero, es difícil silenciar a quien te saca más de dos millones de votos. Que -recordemos- es un PP peleado con muchos de sus votantes tradicionales que se han refugiado en la abstención, en Ciudadanos o, incluso en Podemos, los más cabreados.

Pero Pablemos no aspira a eso. El chavismo, esa mezcla de marxismo cutre y Tirano Banderas, no arrasa en España. Sabe que se ha quedado muy lejos de las expectativas despertadas hace un año y, por ello, su objetivo es destruir el PSOE y recoger los trozos, aunque eso signifique el fortalecimiento del PP. Le interesa la polarización que significarían unas nuevas elecciones y, por eso, ha marcado unas lineas rojas, inaceptables, a los socialistas que estos no pueden aceptar sin suicidarse, al mismo tiempo que les señala como responsables de que Rajoy siga en La Moncloa, intentando impedir que se puedan abstener, para facilitar un gobierno del más votado.
Pero, incluso en la desesperación del patético Pedro Sánchez, hasta él se da cuenta de que la otra alternativa, un conglomerado de perdedores que le lleve a La Moncloa, significaría un gobierno bajo la espada del chantaje permanente de sus pretendidos socios que lo harán caer cuando acumulen fuerzas suficientes para barrerlo de la escena política. Es suicidarse, a plazo fijo.
Pero tampoco nuevas elecciones les salvan. Un PSOE con los peores resultados de la historia (como se ocupa de repetir, insistentemente, Pablemos) no despierta el entusiasmo y significará que la equivocada deriva izquierdista en la que insisten desde el inútil Zapatero, señala a Podemos o sus coaliciones como el lugar de destino del ala izquierda del PSOE. Esa polarización y la amenaza de chavismo en España, significará que cientos de miles de votos socialistas volverán a votar PP, como ya hicieron dos millones de ellos, en 2011, para evitar el zapaterismo.
Además, Podemos intenta “agudizar las contradicciones internas” del socialismo español, en pura expresión maoista, para que termine estallando por sus costuras más débiles, mientras señala a los b

uenos o “sensatos”, los tontos útiles que decía Stalin, frente a los “malos” o “inmovilistas”, en un reparto de etiquetas que solo beneficia a los que ya se reparten los despojos de un PSOE destruido.
Otro gran perjudicado, en ese escenario, sería Ciudadanos, refugio de desencantados del PP y del PSOE. Al menos, un millón de sus votantes podrían regresar a las filas populares, en unas eventuales elecciones, bajo la amenaza de la gran coalición izquierdista que nos dejara al nivel de Grecia.
Surge, así, un panorama peculiar, muy propio de las fantasías guerracivilistas de una izquierda anclada hace 70 años, en una contienda que perdió y empeñada en matar muertos y desenterrar cadáveres. Una amalgama heterogénea de izquierdistas y separatistas, unida por sus odios y resentimientos más que por un programa común inexistente, contra un PP más fuerte que se vuelve polo atractivo, frente a la amenaza de la destrucción de la democracia y de España.

Por una Gran Acuerdo

Pero la solución menos mala, incluso buena para España y su democracia, es la puesta en pie de una Gran Acuerdo o un Pacto de Estado que una a las tres fuerzas más representativas del panorama nacional, PP, PSOE y Cs, con un programa básico de los tres temas que más preocupan a la población:

1.- Creación de empleo y consolidación del crecimiento económico iniciado.
2.- Defensa de la Unidad de España y la Constitución, incluso dispuestos a su reforma.
3.- Lucha contra el terrorismo para garantizar la seguridad y las libertades de nuestro país y sus habitantes.

Este acuerdo que daría como consecuencia un gobierno con el más amplio apoyo de nuestra historia democrática, supone el respaldo de más de dieciseis millones de españoles, de su amplísima mayoría absoluta, y su propia formación ya implica un salto adelante de la regeneración necesaria, sin suicidas exploraciones de abismos sin fondo.

Clara Monzón