Dirigentes políticos y responsabilidad personal

Estamos asistiendo al penoso espectáculo que suponen las propuestas independentistas de los políticos catalanes -por lo menos de su mayoría-, y la respuesta que provoca en el común de los habijohnny_automatic_NPS_map_pictographs_part_3tantes de Cataluña. Visto así, mi reflexión camina por el difícil sendero entre la propia propuesta y la respuesta que, a mi juicio, los ciudadanos corrientes deberían dar. Más concretamente, ¿cuanto hay de responsabilidad personal en el seguimiento a esas propuestas, a todas luces, descabelladas?.

Si analizamos la historia si vemos con claridad que Hitler fue un loco rematado, pero a pesar de ello también hemos creído conveniente enjuiciar la conducta de los alemanes mayores de edad que le siguieron. Somos muchos los que creemos que ellos debieron denunciar a esos locos “nazis”, no seguirlos, o más aun, no votarlos. Todos sabemos que el voto, al final, es secreto.

Ahora nos encontramos frente al hecho siguiente: Yo creo que a la mayoría de los catalanes les debería dar exactamente igual que sean un estado nuevo e independiente o no. Digo esto porque ellos van a tener que trabajar igual el lunes para unos o para otros. Les van a pagar lo mismo, porque los productos van a ser los mismos para venderlos en los mismos mercados.

Quiero destacar el hecho de que si son educados en castellano podrán viajar por medio mundo, si son catalano-parlantes, en exclusiva, no podrán salir de cien kilómetros a la redonda. Si dominan el castellano podrán trabajar en muchas empresas extranjeras… etc.

Pues bien no entiendo como no se oponen a esta rematada locura de cuatro dirigentes que lo único que pretenden es embarcarlos en una aventura donde nada van a ganar las personas de a pié, solo dichos dirigentes. Estos últimos podrán ir por medio mundo con asesores proclamándose Presidentes de estado, Ministros de estado, etc, cuando ahora solo son consejeros de comunidad autónoma. Pero, ¿y los trabajadores? ¿Qué traductores llevarán ellos al lado para ir a trabajar a Valencia o a Bilbao?. ¿Creen que hablando solo catalán podrán trabajar fuera de Cataluña?.

Analizadas así las cosas es cuando vuelvo a la reflexión inicial, ¿Son responsables esos ciudadanos por seguir, o en su caso votar, esas propuestas?. Terminado en catástrofe este vano intento -porque solo en catástrofe puede terminar ganen o pierdan su objetivo-, ¿Podremos exigirles responsabilidades a todos los mayores de edad?.

¡Vaya melón acabo de abrir!. Supongo que las opiniones serán de todo tipo. Pero al final tendremos que planteárnoslo. Tendremos que evaluar al final del proceso el porqué ciudadanos que nada podían ganar en esta deriva terminaron secundándola, o más aun, votándola. ¿Tan difícil les resulta dejar de lado ese sentimiento- que puede ser perfectamente legítimo-?. Todos deseamos ser libres, independientes, valernos por nosotros mismos. Pero, ¿podemos?.

Quién se atreverse a decir que no es un sentimiento precioso -y deseable- el poder valerse independientemente. La clave está que un simple adolescente se plantea ese deseo y al día siguiente dice, “pero de momento no puedo, cuando disponga de un trabajo, unos recursos… quizá una pequeña ayuda de mis padres. .. de los abuelos….”

Sin embargo, ahora vemos como personas sesudas con varias carreras, amplios conocimientos de economía, finanzas, alta política, etc. embarcan a los demás compatriotas en una puesta en práctica de unos sentimientos que se sabe a todas luces que en estos tiempos, y en este contexto, son imposibles de llevar a cabo.

Supongo que lo fácil -como hacemos casi siempre- es echarle la culpa a los políticos, a los medios de comunicación, en fin… a los otros.  Claro que, al final, quién van apagar el pato van a ser esos ciudadanos corrientes- los políticos siempre se escapan y dejan aquí el marrón-.

Yo creo que el ciudadano corriente debería pensárselo… Ha de saber que al final es el único responsable… de su vida.

 

Carlos Gonzàlez-Teijòn es mediador profesional y escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, y El club del conocimiento, así como “La guerra de los dioses” de reciente publicación.