Mi querido Chestov, debo decirte que la vida es menos misteriosa que el periodismo. Empeñan lo mejor de su juventud, las horas más deleitosas, y también en el periódico, en proclamar agriamente que el presidente Rajoy no habla. No actúa. No interviene. No planta cara. No defiende al Estado.
Bien.
Ayer el presidente Rajoy intervino en el Senado para responder a don José Montilla, que le había preguntado por unas mandangas. Le respondió con una gran sobriedad, concisión y firmeza en dos puntos. El punto uno de la Constitución y el punto 2 de la Constitución. La respuesta llega en un momento en que las exigencias de reforma de la Constitución se suceden al hilo del llamdo derecho a decidir. Que el presidente del Gobierno, es decir, la máxima autoridad política del Estado, encienda dos semáforos rojos en sede parlamentaria no les ha debido parecer interesante a los grandes periódicos españoles. Ni este, ni El País ni Abc ni La Vanguardia ni El Periódico. Ni siquiera La Razón, aunque en este caso les disculpan las dispépsicas francachelas del 15 aniversario, han destacado a Rajoy en sus portadas. Se dice que el presidente tiene un problema de comunicación. No voy a negarlo. Pero compartido.
Arcadi Espada. 1714. Diario de la Peste. El Mundo 2013