Desde hace meses, se está comentando que el independentismo ha calado tan hondo en las jóvenes generaciones de la sociedad catalana, gracias al traspaso de competencias del gobierno de Aznar, que puso la educación en manos de la Generalidad catalana. (No es cierto, la educación fue traspasada por el primer gobierno del PSOE, con Felipe González a la cabeza)
Pero, aunque Aznar no hubiera transferido tan importante competencia, los niños y adolescentes que hoy enarbolan la estelada y repiten a voz en cuello “España nos roba” lo harían igualmente porque cuando los nacionalistas tuvieron tamaña arma de adoctrinamiento masivo en la mano, los niños hacía años que llegaban a la escuela adoctrinados desde la cuna.
¿Por qué? Porque los niños y adolescentes de hoy, son hijos y nietos de las generaciones que nacieron en las últimas etapas franquistas; generaciones que en la escuela recibían la misma formación de el resto de españoles, pero que en sus horas de asueto eran convenientemente adoctrinados en el ideario nacionalista gracias al asociacionismo, potente y bien alimentado económicamente, por los políticos aún en la clandestinidad.
El ocio de estas generaciones se dirimía entre los grupos escoltas,- trasunto de los scouts americanos-, “aplecs” sardanistas, “collas” castelleras, grupos corales u orfeones y, sobre todo, los sacrosantos y todo poderosos centros excursionistas. Estas instituciones, bajo la capa protectora de un inocente ensayo o un paseo por la montaña, estaban controladas por los activistas nacionalistas, los cuales formaron la mentalidad de los que hoy son abuelos; a su vez, cuando fueron padres, no sólo enseñaban catalán a sus hijos a escondidas, sino que los llevaban a las secciones infantiles y juveniles de sus organizaciones para que los formaran en “la verdad”. Cuando éstos fueron padres…, hicieron lo propio.
La Iglesia Católica también tiene su papel, nada baladí, en este sainete. Los llamados “curas progres” escondieron muchas reuniones nacionalistas en sus parroquias bajo la apariencia de consejos parroquiales o cine-clubs para jóvenes. Pero el más importante, lo jugaron las altas esferas y el todopoderoso Monasterio de Montserrat. Así, labor de los obispos catalanes, permitió a los curas aleccionar a la feligresía desde los púlpitos, al tiempo que lograron tener su propia Conferencia Episcopal paralela a la Española.
Y Montserrat, núcleo vertebrador de la religiosidad catalana y centro de acogida de peregrinaciones y encuentros de todo tipo, ya fueran “aplecs” sardanistas, exhibiciones castelleras o reuniones de políticos aún en la clandestinidad, también poseía una editorial de la que salían libros de diversa temática, sobre todo historia catalana (la suya, por supuesto) y la revista Serra d’Or (Sierra de Oro).
El movimiento asociacionista ha mantenido su fuerza y vigor hasta nuestros días y, si durante el franquismo y la transición fue el yunque en el que se forjó el sentimiento nacionalista de los jóvenes y adultos catalanes, desde el advenimiento de la democracia a continuado con su labor con las nuevas generaciones de catalanes pero, sobre todo, con los hijos de los inmigrantes, puesto que sus padres les han apuntado a las actividades creyendo que con ello facilitaban la integración de los niños en su sociedad de acogida.
Pedir la devolución de la educación al Estado central no resolvería el problema, al contrario, seguramente lo agravaría, puesto que estas asociaciones continuarían con su labor, como llevan haciendo desde, prácticamente, el final de la guerra civil. Con ello, los nacionalistas no sólo se enrrocarían aún más en sus posiciones, sino que aumentaría la conflictividad escolar, puesto que los niños y jóvenes se rebelarían ante las lecciones de maestros, profesores y textos escolares.
Se les ha dado mucha, mucha cuerda; demasiada, seguramente. A ver quién la recoge.
María Ángeles Buisán 2013
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Afluixant, poc a poc, però afluixant, amb recança, però afluixant, fins a la davallada final que serà sortir per la porta d’enrere, sense soroll i amb una patada ben marcada al cul, que li donarà l’anomenada «societat civil secesionista», la qual es planyerà una i mil vegades d’haver recolzat aquesta mena de messies de quarta mà. Comencem per una evidència cent mil vegades negada amb cent mil homsposats de «i ara què em diu vosté, està mal informat» i acabarem amb allò tan prosaic del famós cens i l’autèntica revolta dels catalans contra l’ús de dades confidencials de forma il·legal i amb una intenció colpista. Hi haurà més febleses i afluxaments.
Tengo que deciros que todos los que estáis en contra de comprar productos catalanes, estáis totalmente equivocados, tened presentes que hay una gran masa social que vive precisamente de la venta de esos productos y no somos en modo alguno separatistas, ni votamos a ningún partido nacionalista, hasta ahí podíamos llegar. Lo que sí necesitamos es que el gobierno de España, sea este u otro, ponga las íes sobre su sitio, ponga firmes a los iluminados que nos quieren llevar al suicidio, haga cumplir las sentencias de los tribunales con todas sus consecuencias, y si hay que aplicar el artículo 155, mejor antes que después, porque después sería muy lamentable para todos, pero más a los que nos veríamos obligados a salir de aquí, dejando hijos, nietos hermanos etc. cuando eso ya lo hicimos hace más de 60 años en busca de una vida mejor, que con esfuerzo y muchos años de trabajo hemos conseguido.
Todo este antiespañolismo de los nazi onalistas catalanes, es el producto del lavado de cerebro separatista al que han estado sometidos los escolares catalanes,durante estos 30 últimos años,bajo el régimen de Pujol , los 2 tripartitos del PSC y estos 2 años de Mas. Pero recordemos que antes de la guerra civil,durante la guerra y después de la guerra,los prohombres de la sociedad catalana fueron antiseparatistas españolistas e incluso franquistas. Cambó,Josep Mª Porcioles,Guillermo Díaz Plaja,Juan Antonio Samaranch,López Rodó,Fabián Estapé,Ignasi Agustí, Eugenio Nadal,Xavier Salas,Josep Plá,Eugeni D´Ors,Jaume Vicens Vives,Salvador Dalí,y otros muchos son un ejemplo.
Si mal no recuerdo tanto PP como PSOE corren a menudo como posesos para alcanzar el dichoso consenso (con los nacionalistas enemigos de España), que no es otra cosa que poner en la mesa la chequera del dinero de todos y poner una cifra. Acordada ésta, el trato está hecho y los nacionalistas crecidos.
Losantos: Cataluña debe saber lo que cuesta el separatismo
No es cómodo ser antipático. Pero, a veces, hay que serlo; aunque tras leer un artículo tan emotivo y de sólida apariencia como el «S.O.S. España» de Inés Arrimadas, diputada de Ciudadanos, cueste un poco más.
Sin embargo, creo que si el llamado «problema catalán» ha llevado a España a la situación extrema que hoy vemos y que, sin duda, hemos de ver empeorar, es porque desde hace años venimos utilizando un argumento que está equivocado de raíz. Lamento ser tan desagradable, pero lo que plantea la diputada de Ciudadanos no es distinto, en sus consecuencias, de lo que viene consiguiendo Convergència i Unió desde hace tres décadas.
Por supuesto, hay una diferencia moral: Inés Arrimadas plantea con sinceridad un argumento político: no podemos dejar solos a los catalanes españoles, muchos tan admirables como los de Ciudadanos. Pero ese sentir nacional supone un argumento de favor económico: todos los catalanes, y muy especialmente los unionistas, no deben pagar los desafíos separatistas.
Lo que plantea Durán, como antes Pujol o el PSC, es lo contrario: somos separatistas, despreciamos España, vamos a romperla y a destruirla, pero, de momento, no lo haremos si nos dais un trato de favor económico.
Es decir, que bien porque una parte importante de Cataluña, la no oficial, se siente española, bien porque otra parte, la mayoritaria y oficial, odia a España, los españoles debemos aceptar que los catalanes tengan una serie de privilegios económicos -los 27.000 millones de euros del FLA que cita en su artículo Inés Arrimadas-. Hay que pagar por lo que nos quieren y hay que pagar por lo que nos odian. Yo no sé si eso es amor, pero, desde luego, me reconocerá la diputada de Ciudadanos que es muy mal negocio.
Insisto en que no establezco un paralelismo entre CiU y Ciudadanos. Pocas cosas me producen tanta repugnancia como el separatismo catalán y muy pocas me parecen tan admirables, tan formidables y tan emocionantes como el unionismo catalán y español que representa Ciudadanos. Pero el resultado de políticas tan opuestas es –hoy por hoy– muy semejante. Claro que con Rivera en vez de Mas al frente de la Generalidad las cosas serían distintas. El sistema vigente, que tiene como pilar esencial la desigualdad de los españoles, siempre en favor de los separatistas, desaparecería. Pero lo que nos vienen diciendo los voceros políticos y mediáticos de Pujolandia –ente fantasmal pero también real, no en balde y gracias a su fuerza en las urnas representa oficialmente a Cataluña desde hace más de tres décadas– es que para conservar el Estado que alberga a la nación española debemos renunciar a la base misma de la nación como ser político, que es la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Y ello, porque los que no se sienten españoles sólo aceptan el Estado a costa de su vaciado nacional y sólo admiten la legalidad constitucional reservándose el derecho a no aplicarla. O sea, que aceptamos la cáscara de la legalidad española a cambio de que la yema de las leyes y la clara de los reglamentos quede a cargo de unos cocineros que hacen del odio a España el plato único de su gastronomía.
Nada quisiera yo menos que ofender a Inés Arrimadas, y encima en Nochebuena, pero lo que nos plantea Ciudadanos es que, por amor a la nación o a nuestros connacionales más asediados –los catalanes– debemos mantener esa política de Estado que, desde 1978, consiste en dar privilegios económicos a cambio de plazos políticos. Y eso es lo que hoy supone no intervenir la autonomía pese a su deliberada incapacidad para reducir el déficit, cuyo coste recae sobre el común de los españoles, y no anular una Generalidad golpista que se ha situado abiertamente fuera de la Ley.
Yo entiendo que a un partido político, aunque sea Ciudadanos, le sea difícil defender en plena campaña electoral –la que vive y vivirá Cataluña– el fin de la ayuda económica del Estado. Tampoco es imposible. UPyD ha defendido desde el principio que, por coherencia nacional, hay que acabar con el Concierto Económico Vasco y Navarro. Y, salvo en Cataluña, la votan. Si no se entiende que lo que cabría llamar Desconcierto Económico Catalán es el fruto del chantaje que alimenta y engorda al separatismo no acabaremos nunca con los chantajistas y con sus cómplices de Madrid. No es posible separar de modo finalista las partidas presupuestarias, de forma que al pagar los quirófanos y la Seguridad Social se pagan también TV3 y la Catastassi o CAC. Sólo interviniendo la Autonomía podría el Estado, en rigor España, pagar las nóminas de los funcionarios y no las de los sicarios.
Cuando una sociedad se hace adicta al opio del nacionalismo, como Alemania en los años 30 y, en términos más banales pero no menos letales, Cataluña en los últimos treinta años, temo que sólo la dureza de la derrota, el batacazo de una sociedad, convencerá a los adictos de que la droga mata. La enfermedad nacionalista, el separatismo como excusa para todo, el odio como herramienta de cohesión social, lo pagará esa sociedad catalana que disfruta mayoritariamente de su enfermedad moral. Si sirve de consuelo, no será la única. Igual que viene pagando el chantaje separatista, pagará y muy caro la sociedad española su abulia y su vagancia con la quiebra nacional. Unos, advertidos, lo vivirán con melancolía; otros, ahora felices, se darán contra el suelo de la realidad, donde las ideas siniestras terminan su vuelo gallináceo. Como toda España, Cataluña deberá aprender lo que cuesta jugar a destruir Estados y a inventar naciones. Me gustaría que lo que cuesta el separatismo lo aprendiera antes –o sea, ahora– y no después. Por eso creo que hay que intervenir cuando el escarmiento resulta instructivo, no cuando sólo puede trasladar al sentimiento la evidencia de la calamidad.
Pero esta reflexión no es ya de Nochebuena. Felices Pascuas, Inés, y Próspero Año Nuevo a todos los compatriotas de Ciudadanos en Cataluña.