Defender la Sociedad Civil

La Sociedad Civil está en peligro. La crisis está teniendo efectos indeseados. Y no sólo sobre la Economía y el cuestionado estado del bienestar. También en la calidad del sistema democrático.

El creciente malestar del conjunto de la sociedad, que debiera contar con la comprensión y complicidad de los gobernantes, está perdiendo muchos de sus cauces para expresarse. La clase política, cada día más cuestionada por la ciudadanía, ha optado por negar la mayor. Primero, ignorando la realidad que vive y sufre la ciudadanía. Y, después, silenciando el malestar y las voces críticas.

La estabilidad (y la seguridad que de ella se deriva) es quizá uno de los activos más valiosos de España como destino turístico. Estabilidad que peligra, a causa de la creciente imposibilidad de la ciudadanía para hacerse oir, y expresar sus malestar a los gobernantes, encauzándolo a través del Asociacionismo y la Sociedad Civil. Una libertad de expresión que, si no encuentra cauces adecuados, tiende a desbordarse, creando problemas de orden público.    

 Y es que la mayoría de los gobernantes —sea cual fuere el partido político o ideología que los sostiene—, reaccionan ante las críticas de manera parecida: ignorándolas en primera instancia y, cuando crecen, acallándolas.

Este síndrome del avestruz afecta muy especialmente a la Sociedad Civil, que es siempre tan vasta y compleja como avanzada sea la democracia en un país y en su ciudadanía. Y que suele ser inexistente (o subsidiaria del poder político y económico) en países del tercer mundo o en naciones occidentales, donde las libertades brillan por su ausencia.

En su reciente nombramiento como Prócer del Turismo Español en Iberoamérica, el presidente de Miembros Afiliados de OMT y del ICTE, Miguel Mirones, incidió «en la importancia de las Asociaciones que representan al Sector», precisamente porque «dan voz a una Sociedad que pierde las vías para mostrar su descontento», haciendo alusión a las múltiples protestas ciudadanas que se han producido (en todo el mundo) en los últimos años. «Quienes creemos en el Asociacionismo, tenemos que reafirmarnos y trabajar duro».

Y es que nuestro Asociacionismo está siendo literalmente okupado por una clase política insensible a la pérdida de calidad democrática que ello supone. El método es siempre el mismo, sea cual fuere el Gobierno que ocupe el poder: ante la falta de recursos públicos para comprar voluntades, la estrategia de la clase política pasa por poner a uno de los suyos —o imponer a dirigentes afines y dóciles— al frente de estamentos críticos o, simplemente, independientes. Cercenando así parte de nuestra incipiente Sociedad Civil. Y el Turismo no es, precisamente, una excepción.

Preservar una Sociedad Civil plural, ante la voracidad de la clase política y del poder económico, es velar por una democracia avanzada. La argentinización de la economía (y la sociedad) española, es una amenaza real, que afecta también al acrítico Sector Turístico. Un Asociacionismo independiente es esencial para el Turismo, y un patrimonio común que todos debemos defender.

Que le sea útil. Ese es nuestro mayor interés.

Eugenio de Quesada. Director de Nexotur. 2014