Eduardo Mendoza asegura que en el ambiente que se respira en Barcelona «cada vez hay más divisiones» a causa del proyecto rupturista impulsado por el presidente de la Generalidad, Artur Mas, hasta el punto de que en las reuniones sociales la gente evita hablar del tema. Cree que se podría encontrar una solución sencilla, pide diálogo entre ambos gobiernos -nacional y autonómico- y lamenta que «aquí tenemos ganas de vivir con conflictos».
El escritor Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) advierte de que en el ambiente que se respira en Barcelona «cada vez hay más divisiones» a causa del proyecto independentista impulsado por el presidente de la Generalidad, Artur Mas. Hasta el punto de que, para no ahondar en esas divisiones, ha constatado que en las reuniones sociales cada vez hay «más silencios, más rodear el tema, para no tener una cena… ‘mejor hablemos de fútbol'».
En una entrevista publicada este viernes en El Mundo, Mendoza, poco dado a posicionarse sobre la actualidad política, ha asegurado que la tensión nacionalista «nos está haciendo perder una cantidad de tiempo y energía tremenda que podríamos dedicar a otras cosas». «Me preocupa más la crisis que el problema de Cataluña», ha insistido.
El autor de La ciudad de los prodigios o Sin noticias de Gurb, entre otras novelas, ha criticado la falta de diálogo entre ambos gobiernos, el nacional y el autonómico:
«No sé qué va a pasar. Se viene arrastrando desde hace muchísimos años y todavía nadie ha tenido la idea necesaria para solucionar este problema. Que tengan que resolverlo por la fuerza, no la fuerza bruta, pero la fuerza de la ley o de los hechos consumados, es una de las cosas más preocupantes de este asunto. Son dos monólogos que dicen ‘Yo tengo la razón’, ‘Yo tengo la razón’. Y se repite, es cíclico».
«Aquí tenemos ganas de vivir con conflictos»
Mendoza considera que la solución a la situación actual es una cuestión «de poco calado» que no pasaría por hacer obras costosas y traumáticas en la casa sino llamando «a un electricista experimentado».
El escritor rechaza los «paralelismos» con otras situaciones. «Escocia, Crimea, Bielorrusia, yo qué sé, Kosovo, ¡chico!, vamos a sentarnos a hablar en concreto», señala. Y reprocha a los nacionalistas catalanes que apelen a referencias «del siglo XIV y el siglo XVIII». «Son ganas de complicar las cosas, cuando es relativamente sencillo, como lo es el problema lingüístico, el económico. Siempre que podamos hablar. No sé si todos los políticos esperan que alguien haga una oferta», añade.
Por otra parte, Mendoza señala que el momento actual «es la aceleración de un proceso que siempre ha estado presente». «Como en la República, cuando declaró la independencia, que duró 24 horas. La actitud de Azaña, un hombre tan liberal, tan ágil y pactista, es una especie de rebote. Como Ortega y Unamuno. Hay una auténtica esquizofrenia. Madrid, Cataluña, Barcelona…, quien más quien menos vive a caballo, con familia, trabajo y amigos en los dos lados, va y viene. Barcelona está llena de gente de todas partes. Pero cuando el tema se convierte en abstracto, ‘la nación’… No hay cuestión de vivir sin complicarse la vida», explica. Y concluye que «aquí tenemos ganas de vivir con conflictos».