Yo quiero seguir siendo catalán

Una de las incongruencias del relato soberanista es su desapego a ser catalanes. Parece que ser kosovar, crimeo, croata, checo o danés, cada día cambian de referente, sea muchísimo mejor que ser catalán. No idolatro las patrias pero francamente no veo las ventajas del cambio. A los catalanes nos ha ido bien, yo incluso diría…

Atrapados en el estado de la nación

La cita anual en el debate sobre el estado de la nación de este año ha puesto de manifiesto el escaso margen de maniobra de que disponen tanto el gobierno como el principal partido de la oposición. La recesión, la crisis financiera y sus secuelas (destrucción de empleo, paro, caída del crédito y aumento de la morosidad, y finanzas públicas maltrechas) estuvieron omnipresentes en el hemiciclo y dejaron en evidencia a unos y a otros, por razones distintas.

Nacionalismo posmoderno

Frente al proyecto secesionista catalán, que bebe de fuentes ideológicas del siglo XIX, surge el proyecto nacional español como uno de los más atractivos de finales del siglo XX y principios del XXI. Este proyecto ha consolidado la posición actual de España en Europa y en el mundo, lo que permite hacer un aporte original y equilibrado a las cuestiones globales de futuro. De hecho, solamente los Estados más relevantes tendrán voz a la hora de tratar y resolver los grandes retos ligados a la gobernanza global.

La hora de la responsabilidad individual

Decía Popper que «el nacionalismo halaga nuestros instintos tribales, nuestras pasiones y prejuicios, y nuestro nostálgico deseo de vernos liberados de la tensión de la responsabilidad individual que procura reemplazar por la responsabilidad colectiva o de grupo». Pues bien, de lo que se trata en estos momentos que nos ha tocado vivir es de que todos y cada uno de los catalanes nos aferremos a nuestra responsabilidad individual y asumamos desde un principio las implicaciones de nuestros propósitos.

“ Catalonia calling ”

A medio plazo, hay que hacer España más atractiva de lo que es para los españoles de los cuatro puntos cardinales; pero a corto, hay que actuar políticamente con astucia y realismo. Nos estamos jugando la convivencia en unidad política de una de las más viejas naciones de Europa que es, precisamente, España. Y cada vez nos queda menos tiempo para rescatarnos a nosotros mismos del desastre de la centrifugación de la identidad compartida y del proyecto común.

Derecho a decidir hasta el 2016

La admisión de que, en los tres próximos años (por lo tanto, toda le legislatura, o más) CDC no quiere hacer nada para encarar los problemas reales no es una novedad, al ser constatable. La noticia es reconocerlo. Mas y su desaparecido gobierno ni siquiera hablan de economía o de paro, o de sanidad o de enseñanza, ni de nada.

Ejército y recortes

Los españoles podemos gozar de nuestras libertades y dormir tranquilos por las noches porque nuestros ejércitos y fuerzas de seguridad siguen haciendo su trabajo, con una entrega admirable, en cualquier rincón y situación donde España y sus habitantes puedan correr peligro. Y eso merece, además del respeto y la consideración, los medios necesarios.

La deslealtad de Mas no puede salirle gratis

Creemos que hay pocas dudas de que Mas está atentando gravemente contra «el interés general del España». Pero existen otras posibilidades intermedias como la de subordinar las ayudas del Fondo de Liquidez Autonómica al desmantelamiento de las embajadas. Lo que de ninguna manera puede consentir el Gobierno -si quiere que su autoridad sea respetada- es que las deslealtades de Artur Mas le salgan gratis.